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Dios, satisfacción del alma 
Salmo de David, cuando estaba en el desierto de Judá.a 2 S. 15.23, 28. 
1 Dios, Dios mío eres tú; 
De madrugada te buscaré; 
Mi alma tiene sed de ti, mi carne te anhela, 
En tierra seca y árida donde no hay aguas, 
2 Para ver tu poder y tu gloria, 
Así como te he mirado en el santuario. 
3 Porque mejor es tu misericordia que la vida; 
Mis labios te alabarán. 
4 Así te bendeciré en mi vida; 
En tu nombre alzaré mis manos. 
5 Como de meollo y de grosura será saciada mi alma, 
Y con labios de júbilo te alabará mi boca, 
6 Cuando me acuerde de ti en mi lecho, 
Cuando medite en ti en las vigilias de la noche. 
7 Porque has sido mi socorro, 
Y así en la sombra de tus alas me regocijaré. 
8 Está mi alma apegada a ti; 
Tu diestra me ha sostenido. 
9 Pero los que para destrucción buscaron mi alma 
Caerán en los sitios bajos de la tierra. 
10 Los destruirán a filo de espada; 
Serán porción de los chacales. 
11 Pero el rey se alegrará en Dios; 
Será alabado cualquiera que jura por él; 
Porque la boca de los que hablan mentira será cerrada.