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Invasión de Asiria 
1 Entonces el Señor me dijo: Toma para ti una tabla grande y escribe sobre ella en caracteres comunes: Veloz es el botín, rápida la presa. 
2 Y tomé conmigo como testigos fieles al sacerdote Urías y a Zacarías, hijo de Jeberequías. 
3 Me acerqué a la profetisa, y ella concibió y dio a luz un hijo. Y el Señor me dijo: Ponle por nombre Maher-shalal-hash-baz; 
4 porque antes que el niño sepa clamar “padre mío” o “madre mía”, la riqueza de Damasco y el botín de Samaria serán llevados ante el rey de Asiria. 
5 Y volvió el Señor a hablarme de nuevo, diciendo: 
6 Por cuanto este pueblo ha rehusado las aguas de Siloé que corren mansamente, 
y se ha regocijado en Rezín y en el hijo de Remalías, 
7 por tanto, he aquí, el Señor va a traer sobre ellos las aguas impetuosas y abundantes del Eufrates, 
es decir, al rey de Asiria con toda su gloria, 
que se saldrá de todos sus cauces y pasará sobre todas sus riberas. 
8 Fluirá con ímpetu en Judá, inundará y seguirá adelante, 
hasta el cuello llegará, 
y la extensión de sus alas 
llenará la anchura de tu tierra, oh Emmanuel. 
   
9 Quebrantaos, pueblos, que seréis destrozados; 
prestad oído, confines todos de la tierra; 
ceñíos, que seréis destrozados; 
ceñíos, que seréis destrozados. 
10 Trazad un plan, y será frustrado; 
proferid una palabra, y no permanecerá, 
porque Dios está con nosotros. 
11 Pues así me habló el Señor con gran poder y me instruyó para que no anduviera en el camino de este pueblo, diciendo: 
12 No digáis: “Es conspiración”, 
a todo lo que este pueblo llama conspiración, 
ni temáis lo que ellos temen, ni os aterroricéis. 
13 Al Señor de los ejércitos es a quien debéis tener por santo. 
Sea El vuestro temor, 
y sea El vuestro terror. 
14 Entonces El vendrá a ser santuario; 
pero piedra de tropiezo y roca de escándalo 
para ambas casas de Israel, 
y lazo y trampa para los habitantes de Jerusalén. 
15 Muchos tropezarán allí, 
y caerán y serán quebrantados; 
serán enlazados y apresados. 
16 Ata el testimonio, sella la ley entre mis discípulos. 
17 Aguardaré al Señor que esconde su rostro de la casa de Jacob; sí, a El esperaré. 
18 He aquí, yo y los hijos que el Señor me ha dado estamos por señales y prodigios en Israel, de parte del Señor de los ejércitos que mora en el monte Sion. 
19 Y cuando os digan: Consultad a los médium y a los adivinos que susurran y murmuran, decid: ¿No debe un pueblo consultar a su Dios? ¿Acaso consultará a los muertos por los vivos? 
20 ¡A la ley y al testimonio! Si no hablan conforme a esta palabra, es porque no hay para ellos amanecer. 
21 Y pasarán por la tierra oprimidos y hambrientos; y sucederá que cuando tengan hambre, se enojarán y maldecirán a su rey y a su Dios, volviendo el rostro hacia arriba. 
22 Después mirarán hacia la tierra, y he aquí, tribulación y tinieblas, lobreguez y angustia, y serán lanzados a la oscuridad.